Del sindicato al amedrentamiento: el oscuro sistema de presión que opera alrededor de COREMEX

Trabajadores denuncian la presencia de terceros vinculados a actividades ilícitas utilizados para infundir miedo y forzar la aceptación del sindicato.

Durante años, COREMEX ha sido señalado por prácticas que van más allá de lo laboral. En múltiples testimonios recabados en distintas plantas del país, empleados narran un patrón de intimidación que involucra a individuos ajenos al centro de trabajo: personas sin identificación sindical que aparecen en los accesos, vigilan movimientos y, en algunos casos, abordan directamente a trabajadores para advertirles sobre las “consecuencias” de no aceptar las condiciones del sindicato. Estas amenazas no siempre son explícitas, pero el mensaje es claro: quienes se opongan pueden enfrentar represalias, desde hostigamiento hasta la posibilidad de conflictos laborales fabricados. El temor se instala, silencioso pero creciente, y termina condicionando la manera en que los trabajadores se relacionan con la dirigencia sindical.

Una de las prácticas más documentadas es la presencia de estos operadores externos durante procesos de legitimación o intentos de afiliación masiva. Trabajadores de tres estados del norte relatan que, previo a las votaciones o reuniones sindicales, aparecían camionetas con personas ajenas a la empresa que monitoreaban quién entraba, quién votaba y quién no. La percepción general es que COREMEX utiliza a estos grupos como una herramienta de presión para asegurar el control interno y evitar que la base trabajadora exija transparencia, rendición de cuentas o nuevas elecciones. La consecuencia es un ambiente de miedo institucionalizado que degrada la vida laboral y deja a los empleados indefensos ante prácticas que poco tienen que ver con el sindicalismo democrático.