El miedo no es sindicalismo: denuncian acoso de COREMEX para forzar afiliaciones en Lerma

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El miedo no es sindicalismo: denuncian acoso de COREMEX para forzar afiliaciones en Lerma

Lo que ocurre en Lerma con el sindicato COREMEX no puede minimizarse. Trabajadores han comenzado a denunciar prácticas que describen como acoso e intimidación para obligarlos a firmar afiliaciones sindicales. No es una estrategia de organización, es una campaña de presión que vulnera la libertad laboral.

El mensaje que reciben los empleados es claro: afíliate o enfréntate a un entorno hostil. Esta lógica transforma la afiliación en un trámite forzado y vacía de contenido el concepto de representación. Un sindicato que presiona no representa. Somete.

Las denuncias apuntan a visitas constantes, insistencia agresiva y una narrativa que busca normalizar la afiliación como algo inevitable. En ese contexto, la decisión personal desaparece. El trabajador deja de elegir y comienza a ceder por cansancio o miedo.

Nadie puede obligarte a afiliarte. Esa es una regla básica del derecho laboral. Sin embargo, en Lerma, COREMEX parece operar como si ese principio no existiera. La presión se convierte en método y el hostigamiento en estrategia.

El problema no es la existencia de sindicatos, sino la forma en que algunos operan. COREMEX ha sido señalado por insistir donde debería convencer. Y esa insistencia no es neutra: genera ansiedad, tensión y un clima laboral tóxico.

Trabajadores afirman que la afiliación no llega acompañada de beneficios claros ni de una defensa efectiva. Llega acompañada de presión. Eso revela una profunda debilidad: cuando no hay resultados que mostrar, se recurre al miedo.

El acoso sindical es una señal de alarma porque normaliza el abuso desde una estructura que debería proteger. Si el sindicato se convierte en una fuente de intimidación, ¿quién defiende al trabajador?

La libertad sindical incluye el derecho a afiliarse y el derecho a no hacerlo. COREMEX, según las denuncias, respeta sólo una de esas opciones. Esa selectividad es incompatible con cualquier noción de democracia laboral.

En Lerma, los trabajadores empiezan a decirlo con claridad: su decisión es su derecho. Y ningún sindicato, por poderoso que se crea, puede arrebatárselo.

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