Las viviendas en ciertas zonas de la ciudad podrán encarecerse hasta 150 por ciento.
Los apartamentos de la avenida 13 Poniente número 915, en el centro de la ciudad de Puebla, fueron hogar para al menos dos generaciones de varias familias. Iván Flores Obregón, joven egresado de las carreras de Antropología y Psicología, creció en ese lugar. Poco antes de la llegada de la pandemia de Covid-19, sin fundamento alguno y sin siquiera poder decir adiós, él, junto con todos los inquilinos del inmueble, fueron desalojados.
A algunos vecinos les argumentaron, quienes hasta ese momento eran los dueños del predio, que la decisión de expulsarlos del lugar se dio a partir de un cambio de administración, mientras que a otros les dijeron que el edificio ya no era funcional. Semanas después, sin embargo, una empresa de bienes raíces adquirió el predio y de inmediato lo ofreció como “una oportunidad de inversión con alto potencial comercial e inmobiliario».
Desalojos con estas características, en donde inmobiliarias se apropian de predios que históricamente fueron de uso habitacional para construir lujosos departamentos, alojamientos turísticos o incluso locales comerciales, son considerados por expertos como consecuencia de la gentrificación en ciudades mexicanas, una condición global de la que Puebla no es ajena.
Aunque para algunos resulta favorable, esta reestructuración urbana encarece la oferta de vivienda para los habitantes originarios de un vecindario. Este aumento de costo, sin embargo, resulta atractivo para personas con alto poder adquisitivo, tal es el caso de ciudadanos extranjeros, quienes están dispuestos a pagar esos alquileres debido a que son significativamente menores a los de sus lugares de origen, aumentando así la demanda de inmuebles con ostentosas amenidades a precios cada vez menos asequibles.
Pese a que en Puebla capital no está regulada la compra, venta y renta masiva de viviendas, ni tampoco hay restricciones para el mercado inmobiliario, las autoridades municipales recientemente presumieron que la ciudad se posicionó, supuestamente, como uno de los destinos más elegidos por trabajadores extranjeros, principalmente de países occidentales y europeos que laboran de forma remota a través de internet, también conocidos nómadas digitales. Esto generó un instantáneo debate en redes sociales sobre el impacto que tendrá esta dinámica social frente a la especulación inmobiliaria próximamente.
Uno de los efectos de la gentrificación, además del desplazamiento, es la especulación inmobiliaria. En ciudades como Puebla, donde la regulación sobre la compra, venta y alquiler de viviendas es exigua, se agudizan las condiciones para quienes históricamente vivieron en un lugar, especialmente quienes tienen un poder adquisitivo más limitado que aquellas que poseen mayor capital.
De mantener ese ritmo, el especialista advierte que las viviendas en ciertas zonas de la ciudad podrán encarecerse hasta 150 por ciento.
Aunque esto pareciera una condición exclusiva de grandes urbes, como la Ciudad de México o Barcelona, en España, en donde la gentrificación creció a pasos agigantados, Salinas Arreortua asegura que la gentrificación en Puebla es una realidad, y ello es visible ante la multiplicación de inmuebles habitacionales adaptados como alojamientos temporales para plataformas virtuales, como Airbnb.
“Ya está iniciando (…) El hecho de que se empiecen ese tipo de inversiones inmobiliarias o, en este caso, de hoteles, puede generar un efecto cascada, en el sentido de que, si la gente quiere alquilar o quiere ir al centro histórico, pero no le alcanza para un hotel de cinco estrellas, pues se va a un espacio no muy cercano de la zona, pero que será más accesible”, expone el investigador.
Aunado a ello, la capital poblana enfrenta un significativo problema de abandono de vivienda, principalmente en sus centralidades, refiere, por su parte, la doctora en Geografía por la UNAM y maestra en Ordenamiento del Territorio por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Lorena Cabrera Montiel. Esta situación atrae a inversionistas privados que buscan detonar proyectos inmobiliarios, enfatiza la académica.
El problema, sin embargo, no es que una sola persona rente su casa o departamento en desuso, por ejemplo. El riesgo es que empresas de bienes raíces, o gente con capital acumulado, adquieran varias viviendas y las alquilen en estos novedosos servicios de alojamiento, encareciendo así la oferta inmobiliaria, ya que resulta más redituable para los dueños rentar sus espacios por día, que hacerlo mensual y por menos dinero.
Datos del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) exponen que, hasta 2015, en la zona metropolitana de Puebla-Tlaxcala había 6 mil 034 propiedades habitacionales en abandono. A nivel nacional, esta región se colocó en décimo lugar en cuanto a propiedades deshabitadas.
“Evidentemente los propietarios van a ver más rentable estar alquilando sus viviendas en las plataformas y entonces cancelan los contratos que tienen en arrendamiento para mejor dejar sus viviendas en esas plataformas y alquilar al turismo, porque son estancias relativamente cortas, pero que les reditúan más. Eso genera ese tipo de presión al desplazamiento”, sostiene el académico.
En grupos de redes sociales y blogs de internet en los que los llamados expats (expatriados, por su acrónimo anglosajón), que son ciudadanos extranjeros que habitan en países distintos a su nación de origen y laboran de forma remota, comparten sus experiencias y opiniones al vivir fuera de sus países, se promociona a Puebla como un sitio barato e incluso rentable en cuanto al alquiler de viviendas.
Hasta hace poco, el ayuntamiento de Puebla utilizó por primera vez el término “nómadas digitales”, y lo hizo para hacer alusión a un listado publicado por el sitio de internet, Travel Off Path, que se especializa en la generación de reseñas y recomendaciones turísticas de todo el mundo.
En esta medición se ubicó a la capital del estado como uno de los 10 mejores destinos a nivel mundial para expats. Esta medición se generó a partir de algunas encuestas, y en ella destacaron a la ciudad en algunos rubros como localización, cultura y gastronomía.
Otro sitio, Nomad List, que es prácticamente el portal más popular para nómadas digitales en todo el planeta, publicó a mediados de abril los resultados de varias encuestas realizadas a cientos de personas extranjeras que trabajan de forma remota en la ciudad de Puebla.
En este caso, sin embargo, contrario a lo que arrojó la medición de Travel Off Path, se estableció que la capital poblana ocupó el lugar 677 del ránking global de ciudades amigables para nómadas digitales.
Asimismo, del reporte resaltó que la ciudad de Puebla fue calificada como un sitio “asequible”, e incluso se dice que, para vivir cómodamente en esta demarcación, una persona necesita como mínimo 2 mil 355 dólares, que, según el tipo de cambio actual, equivalen a 42 mil 352 pesos.
Para poner este dato en retrospectiva, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), señaló que en 2020 el municipio de Puebla fue el cuarto a nivel nacional con más personas en situación de pobreza, es decir, 680 mil 945 habitantes vivían en hogares cuyos ingresos mensuales eran inferiores a los 13 mil 133 pesos. Esta cifra es 222 por ciento más baja que lo que el sitio Nomad List refirió como un ingreso “asequible”.
Por ello, pese a que en el estado no existe un censo oficial de cuántos extranjeros se encuentran en estas condiciones, es decir, que trabajan a distancia mientras viven en la entidad, el doctor Salinas Arreortua indica que la llegada de los también denominados nómadas digitales aumenta la gentrificación y encarece las viviendas.
La razón es porque la mayoría de los nómadas digitales regularmente laboran en los sectores terciarios y ello les permite trabajar de forma remota. Además, sus condiciones salariales son superiores a las de la mayoría de los mexicanos que habitan en las zonas que atraviesan por el proceso de gentrificación.
“La cercanía que tenemos con Estados Unidos hace que muchos jóvenes con buenos ingresos, y que no son comparables con los ingresos, digamos, del sector terciario en el centro de México, pudieran venir, y que les alcanzará muy bien y pueden disfrutar de distintos espacios en ciudades en México. Es mucho más caro en Estados Unidos, entonces, esa movilidad genera los llamados nómadas digitales”, comenta Salinas Arreortua.
Para tener noción sobre las razones que motivan a ciudadanos extranjeros a mudarse a la ciudad de Puebla, esta casa editorial realizó un sondeo a varias personas que cuentan con una ciudadanía distinta a la mexicana, y que actualmente viven en la capital del estado.
De este ejercicio destacó que la mayoría prefirió la demarcación por sus costos asequibles de vivienda, pues, en algunos casos, aseguraron que pagan hasta 900 por ciento menos de renta que en sus ciudades de origen.
Christina Salgado, una mujer originaria de California, en Estados Unidos, relata que en México vive desde hace seis años, y se mudó junto con su esposo. Antes de llegar a Puebla hace dos años, residió en Tulum, Quintana Roo, y Puerto Escondido, Oaxaca, ambas ciudades con alta influencia de la gentrificación.
Desde su perspectiva, los expat que arriban al estado para trabajar de forma remota, tal como ella, tienen una gran responsabilidad para evitar ser parte del problema de la gentrificación, pero ello también le corresponde a las autoridades, señala.
Actualmente vive en el Barrio El Alto y desde ahí trabaja enseñando inglés a decenas de alumnos en todo el mundo a través de su computadora. Reside en una casa antigua en la que paga entre 300 y 400 dólares mensuales, cuando en California se enfrentaba a rentas de alrededor de 3 mil dólares.
Desde su perspectiva, la gentrificación en Puebla es palpable principalmente en Cholula, donde muchos extranjeros, incluso, ya están desplazando a algunos habitantes originarios. En la capital del estado, sin embargo, observa que hay menor incidencia, pero señala que la ciudad no está exenta de agudizar su condición.
“Siento que Cholula ya es una ciudad muy gentrificada por expats. En algunos sitios, los precios de vivienda son idénticos a los de Estados Unidos. A muchos extranjeros les atrae vivir en vecindarios segregados de las comunidades originarias. Yo no quise vivir así. Por ejemplo, en Playa del Carmen, sé que hay comunidades de expats que viven prácticamente aisladas y tratan a sus vecinos mexicanos como sirvientes”, expresa Salgado.
Desde su perspectiva, cualquier extranjero que desee mudarse a Puebla debe, entre otras cosas, respetar las dinámicas comunitarias ya existentes y adaptarse a las condiciones económicas de la ciudad, es decir, sin exigir amenidades específicas que pudiesen elevar el costo de las viviendas debido a que las rentas pueden ser fácilmente pagadas por ciudadanos de otros países, pero no por quienes han vivido históricamente ahí.
“Es importante que los expats no vengan pensando que se aprovecharán de la economía, y no necesariamente a formar parte de una comunidad. Si sólo vienen porque vivir aquí es más barato, automáticamente se convierten en el problema”, manifiesta.
La doctora Cabrera Montiel, quien además es coordinadora del doctorado en Hábitat y Sustentabilidad de la Ibero Puebla, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de Guadalajara y la Ibero León, cataloga como “turistificación” a la reorganización de los inmuebles habitacionales como sitios de alojamiento en Puebla capital.
En su opinión, el centro de la ciudad, así como la colonia La Paz y el corredor comercial Angelópolis, además de los municipios de San Andrés y San Pedro Cholula, son las zonas más vulnerables ante la gentrificación. De hecho, hace énfasis en que este efecto prolifera únicamente en ciertas zonas y no se replica de la misma forma en todos los casos.
Si observamos el fenómeno por zonas, entonces podemos ver cómo ciertas zonas de la ciudad son las que tienen estas características y [regularmente va] acompañado de otros procesos, como son proyectos urbanos que impulsan la revitalización de la zona (…) Esto provoca más desigualdad, porque sólo en ciertas zonas de la ciudad se invierte más para tenerla más atractiva para el turismo (…) pero ahí sólo puede vivir gente que puede pagar precios más altos, que pueden ser extranjeros y no la gente que originalmente vivía ahí”, precisa la académica.
En ese sentido, la especialista observa con especial preocupación los efectos futuros que puede causar la ausencia de una regulación adecuada sobre la renta de propiedades privadas como posadas, o para estancias de corta duración, especialmente porque se corre el riesgo de que se generen monopolios inmobiliarios y ello agudice la brecha de accesibilidad a viviendas dignas.
“El problema es cuando, en una visión masiva, un solo propietario llega a tener cientos de propiedades en alquiler, y entonces empiezan a regir los precios de alquiler. La vulnerabilidad más grande es para la vida urbana porque, cuando no se habitan estos espacios, o a lo mejor están habitados, pero por gente que viene por temporadas cortas, no se hace comunidad, aparte de que se va viendo el desplazamiento de la población que no puede pagar los precios que se van elevando”, añade.
De acuerdo con la consultora inmobiliaria de origen británico, Airbtics, que evalúa la rentabilidad del mercado inmobiliario de un lugar para su utilización dentro de la plataforma de Airbnb, es decir, genera análisis financieros a inversionistas que buscan adquirir propiedades en otros países, Puebla es la quinta ciudad mexicana con mayor rendimiento para esa finalidad.
Según un reporte de esa organización, una compañía o inversor extranjero puede recibir, como mínimo, desde 44 dólares diarios o 364 dólares al mes por rentar un solo cuarto a través de Airbnb.
En Puebla todavía no existe un conteo público sobre los alojamientos de Airbnb disponibles, tal como ocurre en la Ciudad de México, donde la plataforma Inside Airbnb cuantificó 24 mil 224 viviendas en este esquema, las cuales se sitúan principalmente en las centralidades de la demarcación.
No obstante, en una revisión hecha a dicho portal, se constató que existen más de un millar de casas y apartamentos disponibles para ser rentados, la mayoría de ellos situados en el centro de la ciudad de Puebla, y específicamente en el polígono comprendido entre los barrios de Santiago, El Alto, La Luz y hasta la colonia Azcárate.
El doctor de la UNAM, quien ha desarrollado al menos una decena de investigaciones enfocadas a las consecuencias de la gentrificación en diversas partes del país, asegura que uno de los principales problemas que desemboca este efecto en las ciudades mexicanas es la pérdida de identidad y de costumbres comunitarias a consecuencia del desplazamiento.
“Se va perdiendo la cohesión social existente en los barrios, porque la llegada de población muchas veces, son de breve estancia, llegan, están algunos meses y se van a otras zonas de la ciudad o a otras ciudades incluso de México (…) y eso tampoco genera arraigo en las colonias. Se aprecia una riqueza y amplitud cultural, pero hasta ahí, tampoco creo que haya una integración o una cohesión social”, revela.
El problema es que las consecuencias se agudizan frente a otro tipo de desigualdades estructurales que son motivadas por razones de género, origen étnico, pertenencia indígena, edad e incluso nacionalidad o estatus migratorio.
Esto se agrava aún más ante la falta de una reglamentación, tanto a nivel municipal como estatal, que limite sobre todo la renta de propiedades y el funcionamiento de aplicaciones como Airbnb, subraya el doctor de la UNAM.
“Con esta búsqueda de hacer de Puebla un espacio turístico, lo que están buscando es obtener ingresos más altos a partir de alquilar cada fin de semana y que ello les permita dinamizar la entrada de ingresos (…) La normatividad favorece la libre oferta. Finalmente son esas cadenas, los mismos propietarios, quienes tienen bastantes viviendas en donde están especulando y no las están dejando para alquiler, sino para estas plataformas. Todo esto va a estar encareciendo los precios en el Centro Histórico y va a desplazar a la población que está alquilando actualmente en el esquema tradicional”, menciona.
Entre las soluciones que propone el especialista están establecer limitantes de renta para los propietarios de dos o más viviendas, el establecimiento de tarifas fijas y, sobre todo, la implementación de viviendas públicas, dignas y asequibles para quienes no tienen la posibilidad de adquirir un patrimonio propio.
“Los gobiernos locales y la Federación [deben promover] distintas formas de acceder a una vivienda y no solo, por ejemplo, mediante la propiedad (…) también [deben fijar], a los espacios que están alquilados para esas plataformas, algún tipo de regulación [de costos] (…) finalmente es nada más lucrar con la necesidad de un derecho básico, por eso digo que se ha pensado y consolidado el entender la vivienda como como mercancía”, precisa.
También, acusa que hasta el momento no se ha visto voluntad política de ningún gobierno para evitar las afectaciones de la gentrificación en Puebla. Por el contrario, asegura que se ha privilegiado la inversión de capital privado por encima de la atención a las necesidades de vivienda de la población más vulnerable. Parte de esa estrategia fallida, señala, es la instauración de los llamados Pueblos Mágicos, pues la misma termina por concentrar las riquezas en un limitado grupo de personas.
Una de las principales formas de abatir la gentrificación y sus efectos desde la comunidad es precisamente el fortalecimiento de los lazos entre población, es decir, la articulación vecinal funge como aparato de preservación de identidad y mecanismo de protección frente a este efecto arrasador.
“Se ha visto que se han frenado un poco los procesos de transformación vinculados a la gentrificación, básicamente mediante la organización de los vecinos que se han realizado para intentar frenar, ya sea proyectos inmobiliarios y transformaciones comerciales. Básicamente los vecinos son quienes se han organizado”, opina Salinas Arrortua.
Así lo vive Marina Ortiz, poblana que habita en el Barrio de la Luz, en una vivienda que heredó de su padre y la cual fue construida hace casi un siglo. Después de varios años de permanecer en condiciones de infraestructura deficiente, la casa de Marina fue transformada y actualmente funciona como hogar para ella y su mamá, pero también como alojamiento en la plataforma Airbnb.
En entrevista con El Sol de Puebla, Ortiz expresa que la resignificación de los barrios poblanos juega un papel importante en las acciones que se requieren para frenar los efectos de la gentrificación.
Por ejemplo, asegura que algunos vecinos decidieron adaptar algunos espacios en sus viviendas para convertirlos en lugares de hospedaje. Refiere que la clave de lograr el equilibrio es que esta actividad, la de rentar sus viviendas, se mantenga exclusivamente comunitaria, es decir, que no intervengan grandes compañías que se apropian de algunos predios para convertirlos en alojamientos o inmuebles habitacionales costosos.
Es por ello que Marina subraya que es necesario que los propietarios de las casas abandonadas en los barrios poblanos recuperen sus espacios y no los vendan a empresas de bienes raíces que, muy seguramente, aprovecharán los inmuebles para eventualmente elevar los costos de vivienda en la zona, y así promover el desplazamiento de los habitantes originarios.
“Si va a llegar un proyecto inmobiliario y te van a quitar todo, debe haber una resistencia”, expone la mujer.
En su experiencia, poder rentar su hogar para la visita de turistas nacionales y extranjeros le ha permitido generar ingresos, no sólo para su subsistencia individual, sino también para promover mejoras en la infraestructura del Barrio de La Luz, principalmente en la rehabilitación de espacios públicos.
Por ello, considera que la cohesión social y la valorización de los barrios es hoy uno de los instrumentos más valiosos con los que cuenta la ciudad para evitar que la gentrificación sea insostenible en el futuro y ello agudice la crisis inmobiliaria que ya existe en Puebla.
Para concluir, es necesario enfatizar en lo dicho por el doctor Salinas Arreortua respecto a que la falta de regulación sobre el manejo de bienes inmuebles, principalmente aquellos en manos de compañías, puede generar graves crisis de sobrecosto de vivienda, esto sin contar los efectos culturales y sociales que un evento desplazador puede provocar en la dinámica comunitaria en los vecindarios de la capital poblana.